Montserrat Urgell
La pintura mural de Montserrat Urgell puede verse como una analogía del vibrato, esa técnica usada por cantantes y músicos que según el diccionario consiste en describir la variación periódica de la altura o la frecuencia de un sonido, en una palabra: irradiación, en este caso de luz y color, invocados en las formas de figuras encimadas y amontonadas como un síntoma inequívoco (y bien entendido) de ansiedad y urgencia de vida. Es eso: una invitación urgente a vivenciar las formas puestas en el espacio con una pasión especial por el color, inclusive en sectores de monocromía que anuncian un estallido cromático latente, siempre por venir.
Lo más interesante de estas pinturas es que por su naturaleza pueden concebirse dentro de toda clase de espacios: públicos, por la dinámica de su diseño abstracto y su concepto de ‘conglomerado’; y en ámbitos privados por la atención que conlleva su observación en un sentido lúdico y observacional. Una poética vibrante y radiante para mirar todos los días y renovarse en esa mirada.
Mariano Le Vatte