En Arte, la intersección entre los caminos del misticismo y la filosofía, conducen a menudo al hallazgo de hitos que marcan puntos de partida hacia realidades ajenas a la realidad del mundo, solo perceptibles en el acto de pintar. Es precisamente en este punto de intersección donde habría que situar la figura del artista Zdravko Ducmelic, nacido en Vinkovci, Croacia, en 1923, y nacionalizado argentino en 1958, nueve años después de su llegada al país. Poseedor de una formación plástica rica y cosmopolita, Ducmelic inició estudios de dibujo en la ciudad de Zagreb, y entre 1945 y 1947 estudió pintura en Roma, trasladándose luego a Madrid, donde proseguiría su formación en la Real Academia de San Fernando. Posteriormente, contactado con otros centros culturales y artísticos europeos profundizará su aprendizaje en Hungría, Austria y Francia. Ya instalado en la Argentina, expone en 1950, precedido por la reputación que habían generado sus muestras en Roma y Madrid. En el ámbito local su obra es muy bien recibida, lo que se traduce en la nómina de premios obtenidos a lo largo de su vida, y las muestras realizadas en importantes galerías de arte: Gran Teatro Opera, Joraci, Huemul, Müller, Van Riel y Wildenstein, donde expone desde 1966. Habiendo recorrido otros géneros plásticos como la escultura y la gráfica, y traspasado ampliamente la frontera entre figuración y abstracción, sus pinturas atemporales de paisajes pétreos, silenciosos, y figuras de bocas mudas y ojos vacíos, se perciben como lo mas indeleble de su obra, citando un verso de Borges ‘tan eterna como el agua y el aire’. De hecho, en la ilustración de los textos de Jorge Luis Borges (‘Borges Laberintos’, Joraci, 1978), sus últimas pinturas rubrican el destino catalizador de una memoria trascendente, iniciada en el ritual del verbo crear y esparcida en la superficie de la tela hacia una dimensión inconmensurable en tiempo terrestre. ‘El presente es el dolor’, decía Ducmelic. Esta aseveración nos deja una pista del pasado y el futuro como escenario de su obra. El arte argentino se vio altamente distinguido cuando en 1981, en ocasión de su cuarto centenario, la histórica Gallería degli Ufficci de Florencia, decidió incorporar a su colección de autorretratos de artistas el de Zdravko Ducmelic.

Mariano Levat